Ayer el viento soplaba en dirección contraria
hacia donde dirigía mi navío
las velas eran tan débiles que no resistieron
el furor de los vientos
el hilo con el que había, yo mismo tejido la tela
no soporto el soplo incontrolado de las aguas
y se rompió de un tajo
desesperadamente te llamé –con gritos la distancia-
te dije que estaba en peligro
que hacia frio y estaba a punto de perder la superficie
que la ola que se aproximaba sería mi reparo
y que a diferencia de otros poetas, no deseaba vivir con ella.
no respondes
no respondías
no respondiste
otra vez, solo, como cuando zarpe de las orillas de tus pies
imaginando llegar al otro lado
imaginando que hay un otro lado
cruzar el charco que se interpone entre los dos
pero que a mi percepción era un océano
quise templar las velas pero la corriente no lo permitía
quise dirigir por el timón la nave pero el agua pegaba en mis ojos
lance bengalas al cielo y estas me fueron devueltas en cenizas
arroje por la borda todas mis pertenencias
mi ropa,
mi cama,
barriles,
madera
mi cama,
barriles,
madera
y lo no tangible
mis sueños, mis suspiros, mi memoria, mis recuerdos
y fue en ese intervalo en el que mi navío se sostuvo
se equilibró
se fue poniendo ligero para atravesar tan jodida condición
y como siempre pero esta vez como nunca antes
me había rescatado
sentía un alivio de haber salvado la vida
una vida
que ya no me concierne
con todo lo que he expulsado por la borda
el cuerpo de un individuo que algún día pretendió ser “yo”
puede respirar
y el “yo” se había ahogado a unos centímetros de las orillas de tus pies.