Manual de Fin de Año

“Feliz 1977” decía el Long Play de mi abuela de todos los años, mientras el disco tocaba las primeras canciones de “los catorce cañonazos bailables de fin de año” que nos acompañarían tal vez,  toda la noche o el resto de años. Los invitados llegaban marchando al son de la música, y con ellos venia el fervor, las ganas de celebrar el nacimiento que por no ser el de un humano es el de un año, que recibe su celebración por anticipado.

-¿Dónde se habrá visto?
Como puede haber tanta algarabía por lo que es desconocido, sería mejor buscar otra excusa más eficiente para emborracharse; celebrar por el mal año que se va sería ideal, al fin y al cabo las expectativas que se hace cada ser humano alrededor del mundo buenas o malas, el 31 de diciembre a las doce horas de la madrugada, casi nunca cumplen la cuota que uno espera.

Mientras pensaba en lo importante que es para cada uno esta fecha, los agradables y también incómodos recuerdos acumulados a lo largo de los años, todos casi amaestrados cumplían con el ritual del 31 de diciembre, la ropa a estrenar, el pavo, el pan, el chocolate, el árbol artificial, se hacían presentes; tal y como dicta un “manual de fin de año” un libro del que me converso una vez mi padre y que aseguraba que mi abuela lo había escondido para aprenderse todos los pasos.
Para relajarme un poco decidí dar una vuelta por el barrio de los excesos y la “mala junta” como decía mi abuela; me estrellaba con la sorpresa de que en cada balcón, en cada puerta, el rojo, el verde y el blanco predominaban en diferentes formas y tamaños, las imágenes enormes de un tipo con mucha barba, vestido de rojo y forrado hasta las narices me hace pensar:

¿No tendrá calor para esta época del año?, ahora que solo llueve y hay tanta humedad.

Las luces mejoraban la apariencia de las calles, de las casas, de la vereda llena de eses de perro y el mal olor del vomito de los borrachos, acumulados en una esquina donde los se reunían a tomar y llorar días antes, para de esa forma estar lucidos el 31 de diciembre estrenando todo lo nuevo y hasta lo que no es de ellos.

Doblaba la esquina y “Carroña” el sujeto más conocido de la zona por sus fechorías, rumoraba la gente llevaba puesto todo encima, había hecho su “agosto en diciembre“como dicen por ahí para referirse a hacer dinero, la sonrisa del tipo no se comparaba con ninguna, llevaba un diente de oro y una cortada de occidente a oriente por debajo de su labio inferior y con esas ganas de salir a trabajar no se parecía al ciudadano promedio.
Unas cuadras mas allá estaban mis amigos del barrio, todos acumulados de cuclillas en ronda, como si estuvieran armando o encendiendo algún tipo de sustancia como lo acostumbraba “Carroña”, ¡pero no!, están tan solo a punto de reventar un fosforito, una camareta,  una chispa, algo, solo un sonido; para recordarme que se va o viene otro año y que hasta ahora mis “compas” no están siguiendo gracias a sus madres el ejemplo de sus padres.

Camino de vuelta hacia mi casa, doblando una esquina y torciendo otra, entro, me siento, prendo el televisor y quedo viendo el primer canal en su última emisión y me encuentro con la desesperación de todos por llegar temprano a sus hogares para hacer el conteo regresivo de lo que se desconoce y aun así celebran. Los locos apresuran sus pasos para cumplir con todos los requisitos y normas, como dicta “El manual de fin de año”.

Ahora que lo he vuelto a recordar, mi padre me había conversado que este libro trae tres capítulos: “Desde la mañana”, “Por la tarde”, “En la noche”, y un texto aparte que es “La madrugada del primero”; me ha contado tanto sobre el libro que es por eso que algunas cosas de las que he visto van de acuerdo a lo que me hablaba. 
Fue un día cualquiera de un mes de invierno cuando fue por primera vez que me nombro tal libro, en el contiene todos los procedimientos, pasos, normas y reglas para que un fin de año o un 31 de diciembre sea celebrado correctamente y con total normalidad, ya que para estas fechas todo no sale como uno planifica, excepto el que posea el “Manual de fin año” todo le saldrá correcto; mi padre me decía que era un libro como de 500 páginas que trae preparativos desde el primer día del primer año, hasta el último día del último mes, que las instrucciones venían enumeradas y que en algunas de sus páginas solo habían dos o tres palabras que decir el 31/12.

No he terminado de ver las ultimas noticias cuando soy interrumpido por el sonido del teléfono de casa, es tío Alberto con voz baja, casi susurrando y con mucho ruido de fondo, como ya es costumbre se le ha presentado algo de último momento del trabajo o algo así y llamaría más tarde, pero ha llegado alguien de sorpresa.

La tía Margarita que había arribado desde tierras bonaerenses, había llegado con los regalos del 25 para el 31, traía hasta para los vecinos de la calle de al frente que según ella siempre se habían portado muy bien ellos cuando era chica; será con solo con ella porque estos “vecinos amigables” ahora tenían la costumbre de celebrar sus cumple años o fiestas entre semana y era muy molestoso irse a estudiar en la mañana con la música sonando a todo volumen un lunes por la mañana o un martes por la noche hacer deberes al son de “soy un hombre divertido”.
La tía muy alegre dejaba caja tras caja que sacaba de una camioneta que alquilo ese día, pero había un problema, como nadie sabía que venía, nadie tenía ni siquiera un chicle o galleta para ella ni el 25, ni hoy, ni los vecinos tampoco obviamente.

Mientras tanto mi abuela gritaba por toda la casa para que sus nueras se apresuren con lo que faltaba, tenía un teléfono en una oreja y el celular en la otra, se limpiaba en el mandil, tenia los pelos de punta, se secaba el sudor con el brazo, movía el cucharon en la olla y podía hacerlo todo al mismo tiempo, seguramente habría ganado uno de esos programas de concurso de abrir puertas, cerrar ventanas, podía hacer de todo y más, pero seguramente no habrá leído bien el “Manual de fin de año” me preguntaba. ya que se encuentra tan estresada y dudo mucho que el fin del manual sea estresar a que lo lea.

Llegaba tío Luis y no solo él, sino él y su panza enorme, con su cara de amargado, y una barba de días, a sentarse y dedicarse a empinar el codo, solo, acompañado o así sea con el mismo “Carroña”, se acomodaba para tomarse las respectivas 3, 4, 5 javas, tal cual y como dicta el “Manual de fin de año del buen ebrio” una extensión de la que nunca me hablaba mi padre pero de la que supe por mi tío que me lo conto una vez que estaba borracho; me dijo que había encontrado el capitulo perdido en otro tomo, al parecer este “Manual…” tenía varios volúmenes y varios tomos y que en él decía que cantidad y en qué medidas había que tomar cada tipo de trago.  
Todos y algunos, uno se pregunta de dónde sale tanta gente desconocida, que asegura ser tu familiar de alguna u otra manera, el jalón de cachetes, el abrazo de media hora, el “estas grande” que nunca falta por parte de los que casi nunca vez y una algarabía de ensueño que embriaga a todos antes de las doce.

Siguen llegando, acumulados en las puertas, en las habitaciones, en los pasillos, hablando de mismas cosas de todos los años, las mismas experiencias, las mismas vacaciones, parece que en un momento, el tiempo se hubiera detenido para seguir hablando de los mismos temas,  afuera cada uno en los portales se asoma, va hacia la tienda, habla con el tendero, regresa, se rasca la cabeza y regresa a la reunión, hace alusión de su monigote gigantesco o pequeño que no importa el tamaño sino el tiempo que demore en convertirse en ceniza, que colabora con el calentamiento global, para después los mismos dueños se pregunten ¿Por qué hace tanto calor en esta ciudad? Y para después preguntarme yo, ¿Por qué me preocupo del calentamiento global?

Ahí van, ahí vamos, todos van de fiesta, se acercaba mas la media noche y la presión nos cobijaba a todos, sobre todo a mi abuela que a falta de ayuda ha tenido que cargarse con la cena ella sola como ya es costumbre.
Me preparaba para el conteo regresivo y me pongo todo lo nuevo encima mejor que “Carroña” más claro, el tipo quedaba corto a lado mío. Los zapatos, el pantalón, el perfume, todo listo.
Todos se ponen en posición adecuada en la puerta mirando hacia la calle que está poblada de estatuas de cartón y periódico, estos mismos bañados en gasolina, y a la voz de ¡feliz año! pienso: ¡a respirar humo se ha dicho!, todos en comuna, se abrazan, lloran, se dan besos, se desean lo mejor, gritan, saltan, bailan al son de la música, se olvidan por un momento de este país, de esta ciudad, de los problemas, de la vida, de mañana o de ayer, de lo que no paso este año y de lo que se espera que pase el próximo, del amor, del sufrimiento, de las mentiras y las verdades que parecieron mentiras.

Cumplo con el ritual acordado inconscientemente por mi familia y soy testigo de cómo la tía Margarita trataba de ingerir uvas de manera acelerada, decía que eran doce y que ya le faltaban solo cuatro. Le pedí una y me dijo que me coma 12 porque ya se acababa el tiempo y se hacía tarde, yo solo cogí dos para que no crea que soy un afrentoso.

El tío Luis de lo ebrio que estaba supongo, recogió sus maletas a la carrera, pensé que se iría temprano a algún hotel o a una casa por la resaca y porque mi abuela siempre lo  echaba en la madrugada, hasta me despedí de él, a la entrada de la puerta.

-¡Adiós tío Luis, feliz año!- le grite

-Descuida que ya vuelvo- respondió

No falto ni un minuto para darme cuenta de que se iba por el lado derecho de la cuadra y aparecía por el izquierdo, una y otra vez. En eso mi abuela se comía una, dos, tres cucharadas de lenteja, y aseguraba que eso le traería fortuna o buena suerte el siguiente año.

No me lo explicaba y pensando en tantas cosas que había visto en tan poco tiempo, comencé a suponer de que hubiese sido si ellos hubieran leído el manual, si en verdad no es un invento de mi padre, de por qué mi abuela no habla nunca de eso, y de qué tal si todos estaban cumpliendo con una regla o pasos a seguir. Era verdaderamente extraño y la verdad me estaba poniendo algo nervioso el asunto, yo solo sabía de algunas cosas gracias a mi padre pero no lo había leído y  al parecer mi abuela tampoco.  

Los actos lanzados al azar me confundían de manera rotunda, pero me dejaban un cierto sabor, no en la boca sino en las ideas, en las experiencias, en el momento, de que sea el niño de la esquina o el hijo del presidente, todos van de fiesta, todos permanecen en un estado inconsciente por un momento para juntarse con el resto, y que si las festividades son la excusa perfecta y válida para hacer de este mundo algo más humano bienvenidas entonces. 

Los ojos derretidos y encogidos

los ojos derretidos y encogidos
por el brillo de la pantalla
los parpados cabizbajos del cansancio,
y las ojeras haciendo la parodia
de una de las bolsas que trae santa claus

reviso los callejones
huelo la mugre que hay entre diciembre y noviembre
percibo ya, desde lejos
la que habrá entre diciembre y enero
y peor aún
de enero a febrero
cuando ya las buenas voluntades
se hayan agotado
en las vitrinas de centros comerciales

el niño de la esquina, el hijo del presidente
a la final todos van de fiesta
la suegra de mi padre, la abuela de mis hermanos
todos iguales y ninguno como todos
como yo

mastico las buenas noticias
en las mañanas de la víspera
y merendare las malas nuevas
que vendrán con el resto de días.

La canción mas trillada del mundo

me siento solo
y pienso en ti
te amo
te amo

vuelve, vuelve
que te extraño
no se que hacer
nada tiene sentido

te extraño, te extraño
y quiero olvidarte
pero no se como
y sigo solo

regresa, regresa
solo para un beso


PD: se les hace conocida a alguna canción?
PD2: No creí que seria tan difícil de escribir

...y aún nada

Miro para la derecha, para  la izquierda
De vez en cuando arriba
Y a veces abajo

Me paso las manos por la cara, por la cabeza
Junto mis manos entre mis piernas
Frunzo el ceño
Arrugo el rostro
Alzo las cejas, ahora solo una

Comienzo a sudar
Pestañeo rápidamente
Me tiemblan los pies
Escondo los pies
Me rozo el hombro
Ahora los brazos, las manos
Las palmas de mis manos

Gotea a chorros mi cabeza, mi cara
Me levanto, me siento
Me levanto, me acuesto
Hace frio, me arropo
Flexiono las piernas
Ahora el calor, me desvisto


Me pongo en pie
Camino de un lado al otro
Me como las uñas
Me rasco las piernas
Me rasco Las rodillas

Prendo un cigarro
Me quemo
Lo prendí al revés
¡maldita sea !

Miro el reloj, miro la foto
Me observo en el espejo
Y me doy cuenta
De aún no comienzo a escribir lo que un principio quise contar.

 

No_ticias


Me han llegado noticias,
Como si fuera poco,
Como si fuera mucho
La nada que soldaste con acero
En mi cuerpo de aluminio

Cuando creí ya por fin haber terminado de reparar
Cada centímetro de mi ensamblaje
El tornillo que faltaba
La tuerca que perdí
Es el claro ejemplo de mis errores de ayer.

Porque no hace falta nada
Que no esté a mi alcance
Y prefiero estar  averiado el resto de mi vida útil
A conseguir tuercas y tornillos

Que me faltan o me falta
Algunas o nada, de las instrucciones