Era mediados de abril, las inscripciones en la universidad habían comenzado y con ella el delirio por una matrícula. Ahí estaba Anabel haciendo una fila para alcanzar un nivel de estudio superior. Era un poco tarde y a punto de cerrar la ventanilla de atención, llegaron cual conscriptos del ejército varios estudiantes mas, que por las mismas razones que ella, se habían atrasado en la inscripción; con esto el conjunto de personas había dejado de ser fila para transformarse a un modelo de espera del seguro social.
No solo por su extensión, sino porque el sitio donde receptaban las carpetas era un ventanilla de 30cm por 20cm y esto apenas para recibir una carpeta o documentos breves. Se ventilo el rostro con una carpeta manila que de tanto trámite ya estaba algo desgastada, arrugada o tal vez por ese simple detalle no se la aceptarían, de igual manera estaba plenamente segura de que tenía todo en orden e iba a salir muy bien.
Pasaron varias horas cuando de tanto perseverar ya estaba a tres cuerpos que la separaban de aquella ventanilla, entonces se fijo por algo que sucedía a su derecha en la fila de a lado; una secretaria de muy mal humor y notablemente cansada por la rutina que le ofrecía aquel trabajo, le repetía a un estudiante de aproximadamente 19 años,
-¡sin foto no hay matricula!- exclamó
-si los documentos no están completos mejor retírese- dijo.
El joven inmovilizado por el temor de perder su lugar de la fila y la angustia de conseguir una réplica de su rostro, fue tal que tuvo que enfrentarse a que sin la fotografía no estudiaría o no alcanzaría los horarios adecuados a sus necesidades.
Anabel supuso por su aspecto bien formal y por la guitarra que llevaba que había llegado de alguna entrevista o del trabajo; que era un amante del arte, no estaba tan alejada de la realidad; pero bueno cada quien jura vivir los peores infiernos y necesidades según sean las condiciones de aquella persona.
Mientras la secretaria revisaba sus otros documentos, él recordó que en su billetera suele llevar un documento consigo llamado cedula, que contiene números, fechas y nombres y además de eso una foto, un poco desactualizada pero que era de él y le podía servir para sus documentos incompletos.
No falto mucho tiempo para que enseguida pidiese una tijera al compañero más cercano, este se la facilito con una rapidez voraz, y sin pensarlo dos veces, sin deducir que el trámite para volver a conseguir una nueva cedula seria más largo y cansado que el de su universidad, sin imaginar que extraería su rostro de su certificado de existencia para el estado, comenzó a recortarla con una seguridad plena, sus ojos eran impregnados en aquella operación que le practicaba a su identificación, la ventilación era escasa y se había tornado insoportable e irritable estar allí un minuto más.
Para este instante a ella solo le faltaba un estudiante para ser atendida, pero estaba más concentrada en cómo pudo haber reaccionado aquel joven de una manera tan irracional y desesperada.
Siguió con su procedimiento, –necesito pegamento ¿alguien me puede prestar un poco?- pregunto, –yo tengo algo parecido, que te puede servir- dijo una voz desgarradora mientras se rascaba el cuerpo. Aliviado pego su foto en el recuadro, estaba seguro de que no faltaba nada mas, presento su última hoja entonces en seguida, como si fuese apropósito exclamo la secretaria –desde este instante se cierran las ventanillas, habrá atención después de dos horas-
A Anabel jamás se le borrara de la mente el rostro del tipo, petrificado, perplejo, aturdido; el joven exhausto, cansado se retiro lentamente de la ventanilla dando pasos hacia atras , ahora tenía tiempo para imprimir sus fotos y hasta para regresar después de 120 minutos, entre sus manos sostenía su identificación, su mirada se percato de un cuadro vacio, en donde su rostro había sido exiliado a costa de una simple exigencia.
Se sentó por varios minutos como si en su cabeza rodaran mil pensamientos al azar, con las manos apoyadas a las piernas, que se movían de un lado hacia el otro en par en par como en un juego y después sus manos se dirigieron a su cabeza, terminando en su rostro; había reaccionado de aquel momento de los hecho que fue culpable. Se levanto lentamente hizo un pequeño gesto con boca como su hubiera murmurado algo para si, recogió sus cosas y camino por un pasillo por el cual su silueta se perdió.
Hasta eso Anabel tenía una combinación de sentimientos, sus cejas se juntaban, sus ojos se cerraban sin cerrar, su rostro y su cuerpo eran inmóviles tras haber presenciado un evento tan singular y sin sorpresa de nadie. La persona que había estado frente a ella ya había terminado hace unos varios minutos y había proseguido otra cantidad extensa de alumnos a esperar por las dos horas que faltaban para culminar la atención, ella se dio la vuelta y empezó la misma fila desde el principio.