Cecilia


Esa noche había comenzado a reír más de lo normal, entonces fue cuando Cecilia:
-Baja el volumen de la televisión, ya no la soporto- gritaba cada vez más con tono impaciente.
Y se veía desde lejos sus amígdalas que temblaban más por el miedo que provocaban, que por la palabra pronunciada.

Ahí estaba yo en casa de Cecilia de nuevo, esperando a ver qué hay de nuevo, y que de bueno puedo sacar en esta visita, al parecer algo muy egoísta de mi parte, pero siempre lo he sido y todos me conocen que ya soy así aunque trate de disimularlo o esconderlo.
Como aquella vez que estaba en un bar con Raul, Franciso y Armanda, entonces compre una de esas botellas chicas de cerveza y cada uno tomo un trago pasándosela al siguiente, al final estaba un poco menos que a terminar y enseguida cada musculo se comenzó a deformar en mi rostro para demostrar, resaltar, aquella figura de desprecio en contra de todos los que habían bebido; siendo amigos de años. No sé la verdad no me interesa ya todos lo saben y quien no se diese cuenta en ese momento de mi expresión, es porque hubiese sido ciego o tan solo quiso disimular o hacerse el tonto.
Celilia me reclamaba algunas veces porque solía escuchar la música en alto volumen o prender la radio o la tele, pero era más divertido cuando ella me escuchaba, la escuchaba y compartíamos tantas cosas.
La llegue amar algunas ocasiones y hasta a querer en otras, pero es confuso, es como cuando tienes algo tan cerca que casi y lo respiras pero en realidad esta mas lejos que la tienda de pan en la esquina de la Av. De las Estrellas en Hong Konk, entonces tal vez se pueda oler pero no masticar. Ella veía televisión muy pocas veces decía que era uno de esos artefactos de Satán o lo que sea.
-¡No caeré en las trampas de esos artefactos del infierno!- vociferaba.
Cuando se ponía muy estricta con sus cosas era mejor dejarla sola y ponerse a leer algo para que así no te moleste, alguno de esos libros de filosofía o poesía del siglo XVI, si ves leyendo a alguien un libro con esos temas lo más seguro es que no debas interrumpir, de esa forma uno la evade y ella te ignora.
Siempre buscaba algo que hacer en la casa, algo que arreglar, la maldita obsesión por el orden, quisiera a veces preguntarle ¿Qué es orden?. Siempre con un trapo en la mano o con desinfectantes hasta debajo de la almohada, era capaz de querer aromatizar la basura o dejar sin tierra el jardín.
Antes acostumbraba a llamar por teléfono a conocidos, familiares pero más que todo a vecinos para reclamar el por qué esta despierto a esa hora o cosas así; eso sí era verdaderamente fastidioso, los vecinos se quejaban mucho, ninguno de ellos sabia como o de qué manera Cecilia había conseguido sus números de teléfono, de casa, de oficina, celulares.

Tres de la tarde/ habitación del vecino de al frente/ interior.
-Por el amor a la virgen y a todos los demonios por que llama a esta hora? ¡Lárguese a dormir!, deje mi vida en paz, esta es la vigésima vez que me llama en solo una hora, ya he cambiado varias veces de línea para que me deje tranquilo y no sé como carajos se las arregla para conseguir los números- eso le respondía el vecino y de fondo de escuchaban llantos que no solo al parecer eran de él sino de su familia, parece que estaba afectando a todo un hogar estas llamadas a media noche y durante la madrugada.
No hay mucho que decir pero mucho que contar.
Recuerdo la vez que estaba limpiando la casa y por accidente la fui a visitar, llevaba conmigo un ramo de flores pero cuando entre, pise sin querer un montón de basura acumulada, eso basto para desatar una encadenada histeria y recitales de insultos estrenados el mismo día de la creación de cada uno, porque eran de los que se inventaba ella misma, palabras unidas, monosílabos de más de diez silabas, los conjugaba en cualquier persona, yo, tu, él, hasta vosotros si querías, su habilidad en ese tipo de detalles era sorprendente, era digno de un aplauso, de muchos aplausos, es más, algunas veces se la quiso contratar para dar clases de español y literatura en colegios y escuelas pero ella no cedía, prefería darme clases a mí que a todo un aula. Ya saben algo de Cecilia inventa números, cosas, palabras.

Hubo una ocasión en que me conto que un tipo le había querido comprar una palabra por la calle que le pareció interesante esto de:
-“Dejatemedé” La verdad no tengo ni puta idea de que significa pero suena tan bien que pagaría entrada para escucharlo decir- le decía el tipo.
Es que la había visto en el parque gritándole a una señora:
-¡Dejatemedé tonterías, me estás dando mal el cambio!, estos vendedores creen que uno esta demente- .
Y de allí el resto de la historia, de la compra y venta de frases.
Cecilia así es, cada que sale a la calle regresa con una historia magnifica, ¿serán ciertas?, bueno, cada quien con sus cosas.
O la vez que se invento su propio canal de televisión que consistía en grabar en cintas de vhs varios programas de todo el mundo o de todo lo que veía o al menos de lo que le gustaba para después hacer una mezcla de todo al final en una cinta y verla todo el día, tal vez por eso era su excusa de que coleccionaba cintas de vhs y eso estaba ocasionando que la casa de vuelva inflamable por lo mismo.
Me recuerda también una ocasión que estábamos en un mercado casi por el centro de la ciudad y con lo mucho que me gustaba ir al centro, a las plazas, las calles, la gente pasar, las palomas, todo tan tranquilo cuando en eso saco un artefacto espantoso algo llamado el “enjuagalotodo” que no era más que un cepillo de dientes adherido y amarrado a unos caramelos de menta y enjuague para la boca, hilo dental, traía hasta otro cepillo por si el primero se te perdía. Si por lo menos hubiese estudiado Ingeniera Comercial o Marketig que es una de esas carrera que llama la atención y no sé por qué, tal vez por su nombre o por la cantidad de bachilleres que la eligen o por las buenas fiestas que realizan; ella hubiese sido una magnifica vendedora, o tal vez estafadora, habría que cuidar esos productos o artefactos, que a mi parecer esos si eran los de “artefactos” o “utensilios de Satán”. Cecilia tanto que contar y tan poco que decir.

Lo bueno es que no era violenta eran tan pasiva como el agua en las madrugadas a las orillas del rio donde solíamos ir a pasear algunas noches en busca de hojas secas o frutos caídos, quedaba muy cerca de la casa de ella, había un muelle y solíamos ir a conversar, a tirar piedras, de vez en cuando llevaba mi clarinete o unos tambores y cantábamos, cantaba mejor que el rio en las madrugadas, quisiera haberme quedado todo el día con ella, pero de repente se acordó que tenía que hacer algo y cuando se obsesiona con una idea, no se la quita nadie de la cabeza, a la final yo y un ocaso bastante colorido como para ignorarlo, un espectáculo gratuito por el cual daría lo que sea.

Se reía, conversaba de lo más normal; la última vez que la vine a visitar fue cuando me mando sacando por la puerta de atrás toda alterada diciendo que no se usaría mas la puerta de al frente debido a que no les gustaban las visitas.
Corría de un lado para el otro poniendo cosas sobre cosas en la puerta delantera, sillas, mesas, adornos, floreros, la mitad de la casa estaba arrimada a la puerta
y ese día como yo no podía volver a entrar por la puerta de adelante quise entrar por la de atrás entonces ella me dijo que la puerta de adelante es para entrar y la de atrás es para salir.
Desde ahí no la he visto tanto, pero siempre la recuerdo claramente, con su sonrisa fingida, nerviosa, casi obligada como si tuviera un revolver atrás en la cabeza para portarse gentil, pero así o no, era fabulosa, su personalidad o su “carisma” por así llamarlo era de alguna manera único y atrayente, tanto así que por eso la visitaba a menudo antes de lo de la puerta.
Ahora está preparando algo en la cocina creo que es una de esas comidas que saca de recetas de otros continentes, mis amigos dicen que cada vez que vengo a visitarla, ella me quiere de alguna manera asesinar o envenenar, por eso tal vez tengo tantos problemas en el hígado que se muestran en mis dedos y en las palmas de las manos.
Me vuelve a gritar y repite lo mismo de hace un rato que le baje a la televisión o a lo que sea, pero la verdad no tengo subido nada, ni el cierre del pantalón, exagera tanto, pero vive su vida y nadie la molesta aunque ella si lo haga con los demás en ocasiones.
Supongo que me quedaré más tiempo para hacer tiempo y poder contarle de mis ganas por querer venir a vivir con ella y con todo su combo de obsesiones y procedimientos. 



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