Oh love sweet love, I know there´s a way
to help us blow below one flame
Yeah, your hand it caresses all
you remind me of a scene of a sad dream
to a place which appears
will you run with me?
Robi Draco Rosa
El loco, el romántico, el cantante, el artista, el apasionado, el que lo dio todo y aun cree que puede dar más
el que lleva la furia apretada en los dientes y la sutileza en la destreza de sus manosel que tiene todavía ese corazón en sus manos, el que respira diariamente veneno y lo inhala y lo exhala
y no pasa nada
y no pasa nada
el que se mantiene en pie, sembrado en la tierra como un árbol, como un ceibo sin enfermarel que no se inmuta, que no se impacta, ni se aterra. ni se asusta
que no se la cree, ni se la creerá y se muestra lúcido, vistiendo de camisa para encontrar la formalidad
que espera impaciente, que espera ya no sabe qué pero que espera porque sabe que el tiempo le debe más de lo que le ha quitado y se mantiene con una risa a medias, casi enferma, casi demencial
el que baila a son de una salsa de Hector Lavoe o de aquellas canciones de Robi Draco Rosa, tan escuchadas, tan repetidas, que grita con Grita de Jarabe de Palo y el que toca la guitarra porque descubrió que no hay mejor cosa que hacer sonar un instrumento al ritmo de su alma y quizás con eso conseguiría ganar un amor, de esos con los que sueñan los hombres.
el que ama a toda costa o mejor no ama, el que canta susurrando en tu odio mientras penetra en lo más profundo de tu alma/sexo donde está escondido mi nombre junto al tuyo
el vagabundo por el mundo, en esta ciudad zoológico, buscando/te buscando/me en las pistas de calles desérticas.
aquel depravado de tu sexo, que te llevó a la locura y a la cordura en cuestiones de segundos, del amor al odio, del beso al llanto, de la vida a la muerte y te trajo de regreso, aquel que te hace respirar vida cuando no puedes oler más que dolor, soy el que mintió por amor, el que escupió al cielo y la saliva le cayó encima. El que todas las noches vomita un par de versos para no morir ahogado en sus propios delirios y expulsarlos. El que todas las noches se acuesta afligido por los mismos acordes que te afligen, el que sabe que todo es un mal sueño largo, una tonta película de espanto y que pronto cuando despierte de aquella onírica pesadilla, volverá a descubrir los lunares como islas en la blancura de tu campo, volverá a tocar esa guitarra imaginaria y escribirá de nuevo, esta vez primero, ese diario sin nunca acabar.
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