Dientes


I

Luces como el personaje principal de las fábulas donde existe el padrastro malvado y la madre sumisa, añoras aquellos años de libertad donde caminar era tu principal distracción/vocación de la cual todavía tengo un ligero recuerdo; allá en esas calles de ultratumba, falda jean, decía tu nombre y no volteabas.
Tienes tanta hambre de llevarte todo por delante y a veces, en silencio, sabes que son más sueños que realidades; que allá donde el sol se acuesta, hay otro mundo, al que decides darle la espalda, mientras mis brazos estallan cuando te escuchan.

II

No sostenemos la misma bandera en cuanto a gustos, en ocasiones con suerte proclamamos tregua y regresamos a nuestros inicios, conversamos y se torna intenso/polémico que vale parar un instante, antes que discutir, una broma mal formulada nos rescata. Tu arte, me sopla en la cara y mis mejillas se enfrían como en la noche que habías decidido ser mi novia. Tu arte es la medida que te eleva por los aires y el mío queda tan aislado, dios nos libre hablar de tú Klimt y mi Kandinsky.

III

Al otro lado del charco, está la poesía, la guitarra, los oleos, los lienzos, las canciones entonadas que cantabas en la oscuridad, los libros de filosofía jamas terminados, la música con sabor a juventud, tan lejos para no arruinarnos y tan distantes para compartir errores, logros y más errores. Disparates disparan tus labios todos los años, diciendo que esta vez saltaras el charco, que no te mojarás, que ya no le temes a nada, mientras mis brazos estallan cuando te escuchan.

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