La noche que Raul Alfredo
había decidido cambiar de vida para no volver a ser el mismo y no cometer los
mismos errores (ahora nuevos errores) que lo habían llevado al borde del
desquicie, se comprometió con primero cambiar de orden las cosas en su
habitación, luego de eso, tomó un vaso con leche (dato irrelevante dentro del
relato, parece más un diario que un cuento) luego volvió a su habitación y se
dio cuenta de que se había regado el vaso (sobre el piso?) sobre la cama, su
hermano menor se había subido a jugar y se tropezó, tenía que cambiar las
sábanas, cuando las cambió se dio cuenta de que en ellas había manchas rojas
(sangre seguramente, tantas veces intentaste matarte y no te salía bien el
truquito) recordó entonces aquella vez en la había intentado armar una soga con
papel higiénico para la revancha de su suicidio (con papel higiénico? qué marica)
como no dio resultados se fue a la casa del vecino a pedir papel periódico (al
menos) y tampoco funcionó, entonces decidió darse por vencido y cambiar de
orden las cosas en su habitación (cierto por allí estábamos) luego de eso llevo
la comida a su habitación y recordó de nuevo aquella vez que comía ensalada con
tanto énfasis (drogado seguramente) le volvieron las ganas de… cogió por
undécima vez el cuchillo de mesa y lo intentó, en serio lo intento pero… (Pero
que inútil este tipo, es una vergüenza para nuestros modernistas) luego de eso
subió a la habitación y decidió cambiar el orden de las cosas en su habitación
(¡aaahhhh ¡) lo hizo de nuevo pero no funcionaba para dejar de recordar que…
entonces cuando iba bajando las escaleras su madre le preguntó (ya sé ¿quieres
comer?) ¿Quieres comer? y no, no soportaba la comida, ni el pollo, ni la carne,
ni ensaladas, ni nada, entonces abrió la refrigeradora y vio un jugo de naranja
(aquí vamos de nuevo) y recordó “El Manaba” el mejor lugar para tomar jugos de
cualquier variedad (¿qué te pegan por hacerle publicidad?) por la piscina
olímpica como le había dicho su padre; subió a su habitación esta vez la cama…
subió por el techo y se colgó de su lámpara, se balanceo, dobló las piernas e
intento como en aquel poema tocar el piso con las manos, imposible, solo en la
poesía (¿en qué demonios estabas pensando?) cuando quiso bajar, cayó de cabeza,
se golpeo tan fuerte (¿Qué al fin no volvió a recordar?) que recordó que tenía
que cambiar de orden las cosas en su habitación.
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